28 dic 2012

La Quinta Sesión: se combina con la dosis.


La Quinta Sesión: se combina con la dosis.


Roxana dormía plácidamente mientras Leika la observaba en silencio.

Había transferido a la chica a una habitación del hospital una vez que estuvo lo suficientemente consciente para pensar por sí misma. Las lágrimas aun estaban húmedas en sus mejillas a pesar del tiempo transcurrido, aquel sueño le había traído demasiados problemas: su respiración irregular le había provocado una hemorragia nasal leve y una tos horrorosa.

Leika no podía determinar el efecto que el sueño había causado en la chica ¿Acaso decepción? ¿Tristeza? O ¿simple soledad? La doctora mordía sus labios con impaciencia. Las cosas no mejoraban. Estaba a punto de estallar en lágrimas cuando una mano se posó sobre su hombro, Julius observó sus ojos desbordantes con dulzura y la envolvió entre sus brazos, con delicadeza, la alejó de la habitación y se internaron en la soledad del pasillo.

Leika aspiró varias veces para calmarse, las lágrimas inevitables aun corrían por sus mejillas.

― ¿Qué han dicho? ―susurró, reprimiendo los sollozos.

― Están dispuestos a hacerlo....mientras no sea llevado a luz pública, ambos sabemos que eso simplemente... No debe saberse...

―Cómo odio la política―murmuró Leika con voz queda― Pero al menos podremos ayudarlos, su verdadera identidad será borrada de los registros médicos. Esto no volverá a repetirse.

―Exactamente...Haremos lo suficiente.― Julius vaciló un instante― En cuanto al comienzo del tratamiento...será mucho más complicado...

― ¿A que te...?―Leika se alejó de él y lo observó con expresión horrorizada― ¿Como está el chico?― el hombre desvió la mirada―  ¿Cómo está él, Julius? ―  insistió.

―No tan bien como esperábamos...según el reporte,  ha adquirido color e incluso ha recuperado unos kilos, pero...su estado mental se ha dañado tanto que quizá una vez que culmine con el tratamiento....―su voz se apagó gradualmente en un suspiro― No lo sé, Leika. Quizá debamos utilizar su encuentro como último recurso...o presentarlos de forma natural...

La mujer guardó silencio unos instantes antes de añadir con voz apagada y derrotada:

― La sintió, ¿no es así? Sintió a Roxa...― el interpelado asintió y la doctora respiró profundamente― Será mejor que sigan ambos como hasta ahora...aunque me preocupa Roxanna, los sueños le afectan más de lo que admite....

―Sin embargo, no creo que eso deba preocuparnos...―murmuró Julius― El chico también se ve afectado en cierta forma...solo debemos esperar.... 

La doctora asintió y un temblor extraño cruzó su cuerpo. El hombre sonrió con levedad y la abrazó con dulzura.

―Todo saldrá bien...―susurró a su oído, la mujer suspiró―No tienes de qué asustarte...




Desde una columna, Roxanna observaba la escena completamente sorprendida. ¿De quién era ese que hablaban? ¿Había otro como ella? Tomó todo el aire que pudo y se alejó en silencio.

 Dejaría sus preguntas para después.

 Observó la pantalla del celular, hasta ahora no había dejado de hablar con aquél chico. Solo eran tonterías como qué le gustaba comer, música preferida y tonterías para pasar  el rato. Pero ahora se encontrarían por segunda vez, lastimosamente, en el hospital.

No era como si ella lo hubiese deseado de ese modo, pero las circunstancias así se habían dado. Al parecer, Kain estaba en una revisión rutinaria (o algo así) y esa misma tarde lo habían llevado al hospital. Roxanna simplemente estaba demasiado agotada como para volver a casa.

La chica caminó con rumbo fijo a los jardines, envuelta en un sobretodo castaño oscuro, ocultando la bata de hospital. Cuando alguien pasó a su lado a la carrera, su chaqueta de cuero casi volaba tras él, Roxanna reconoció la altura y el cabello ceniciento casi de inmediato a pesar del tiempo transcurrido.

― ¿Kain?― llamó sorprendida― ¡Kain! ¡Oye! ¡Espera!

― ¡VIEJO, VOY TARDE! ¡ESPERA UN PO...!― volteó levemente y se congeló en tanto su mirada violeta se cruzó con la de Roxanna, ella sonrió vacilante― oh...―fue lo único que pudo decir.

―hola...―sonrió Roxanna.

―ho...hola...lo lo lo...―negó con la cabeza y suspiró, la sonrisa del chico paralizó a Roxanna― lo siento, supongo que ninguno de los dos logramos salir a tiempo...

―Ambos vamos tarde...―no pudo evitar reírse―  ¿irónico no?

Él se encogió de hombros y le indicó que siguiera. El inicio de la caminata fue silencioso, sólo sus pasos y su respiración hacían eco en la noche suavemente iluminada, Roxanna se atrevió a mirar a su acompañante entonces, preguntándose qué podría estar pensando; o incluso, donde estarían sus ojos en ese instante...cuando descubrió  aquellos iris violeta detallándola a profundidad.

El instinto de ambos los llevó a detenerse, aquella sensación extraña había vuelto, aquellas ganas indescriptibles, sus cuerpos atrayéndose el  uno al otro como si de imanes se tratara...

Pero aquello no podía suceder...no con tanta rapidez....no...

Roxanna se descubrió a si misma envuelta en los brazos de Kain, con su frente pegada a su cálido cuello, aspirando su olor, sintiendo la suavidad y calidez de sus brazos a través de la gruesa chaqueta de cue...

Espera un momento.

 Aquello era demasiado calor...hervía y ardía. La humedad de su piel... ¿Con este frio? No era normal...

―Kain...― exclamó Roxa horrorizada, tratando de alejarse del chico.

―Lo lamento....―susurro él, aferrándose más a ella― Lo lamento, en verdad...no quería que nos despidiéramos tan pronto...y tampoco... No, no sé por qué....

Roxanna se apartó de él unos centímetros, con sus brazos aún alrededor de sus  costillas hirvientes, aquél rostro la paralizó: era Caleb. Observó sus facciones por segundos eternos, aquellos ojos dorados destellantes, reflejo de cada hebra de su espeso cabello que llegaba a sus hombros  en olas delicadas…justo antes de que desaparecieran y  bifurcaran dolorosamente en las de Kain, aquello la desconcertó y la desmoronó. Las lágrimas cayeron de sus mejillas inesperadamente.

―Lo...lamento...―susurró Kain frunciendo el ceño con preocupación.

―no...No...― sollozó ella― Mejórate...―suplicó incongruentemente, sorprendiéndose de la sinceridad en sus palabras ―Mejórate...por favor...

―Lo haré― susurró, besándola dulcemente en el cabello―Mejoraré...te lo...―el chico reprimió un evidente sollozo, y continuó con un susurro seguro―te lo prometo...Rux...―suspiró― Roxanna.

Una vez que Roxana se separó de Kain, sintió como si una parte de ella se rasgara por completo, la soledad se ciñó sobre ella y un frío amenazador invadió sus hombros, decidió huir de él sin mirar atrás. No soportaba la expresión que el chico conservaba en el rostro...Los sollozos se le aglomeraron en la garganta, pero la desesperación no fue tanta como cuando un  nuevo nombre se formó dentro de su mente: "Caleb". Sus rodillas flaquearon, derrotadas y sus sollozos se elevaron, convirtiéndose en un llanto desgarrador.  Inexplicablemente, dos personas se habían aferrado a su corazón y una de ellas, irremediablemente, no existía; ni existiría, jamás.

Llegó a su habitación por inercia, no recordó el momento en que se puso de pie en el pasillo, mucho menos cuando Kain la recostó de la cama.

―  ¿Cuando...? ―murmuró Roxanna.

Kain sonrió cansadamente.

―No te dejaría llegar sola, un caballero debe responsabilizarse... ―besó su frente.

―Estás hirviendo...

―Lo sé―rió― Y necesito irme... ¿Estarás bien sola?

Ella le devolvió la sonrisa.

―Por supuesto. Kain. ¿Por quién me tomas?

***

Cuando Leika entró a la habitación, Roxanna miraba pensativamente a la ventana.

― ¿Roxa?

― ¿Te puedo hacer una pregunta? ―dijo sin volverse.

―Lo que sea― murmuró la doctora con rapidez.

―Si te pido que repitas la sesión esta noche... ¿lo harías?

―Rox...

― ¿Lo harías? ―la chica se dio  la vuelta, insistente.

Leika suspiró.

―Si eso es lo que quieres y te crees en la capacidad...

La chica miró a la doctora con una decisión extraña, una determinación que jamás había observado en la joven.

―Promételo, Leika. ―sentenció.

La doctora vaciló unos instantes, dudosa de sus propias palabras.

―Lo prometo, Roxanna.

Los ojos de Roxanna brillaron de audacia y fortaleza.

―Comencemos.


Como todas las mañanas desde que se fueron, miraba a la ventana con impaciencia como si  alguna  vez los vería regresar por el horizonte..

…pero este jamás traía más que malas nuevas. La noticia de la enfermedad del rey cambió todo, los retazos de paz casi habían desaparecido por completo. Joshua y yo nos habíamos unido en más de una ocasión defendiendo la frontera de las bestias curiosas. Como siempre, mantuve a mis hermanas en la ignorancia, la ausencia de nuestra madre aliviaba con creces la de nuestro padre, pero seguía inevitablemente nerviosa y preocupada, sobre todo por mi Guardián...

Ruxa... la voz de Joshua siempre carecía de emoción, incluso cuando un peligro se avecinaba...

...por lo que me asombre notablemente ante el nudo en su garganta. Una sola palabra y ya me había horrorizado.

¿Josh?

Me puse de pie inmediatamente. Sus ojos dorados estaban descompuestos, completamente aterrados, noté cómo sus manos temblaban con levedad. Traté de mantenerme firme, debía ser fuerte a pesar de todo, además sabía que Caleb estaba vivo a pesar del estado en el que se pudiese encontrar.

Han vuelto, princesa...la guerra ha terminado. se inclinó levemente. Era evidente que uno de los consejeros o nobles lindaba por el castillo.

Incliné la cabeza levemente. Sabía que tenía cientos de asuntos que atender, y miles de casas que visitar una vez que los combatientes volvieran. Traté de aspirar todo el aire que pude para levantar la barbilla y dirigirme lo mas formalmente posible al hermano de mi guerrero, pero al tomar su mano que me serviría de guía, él realizó un hechizo veloz, duplicó mi cuerpo y me habló con tal rapidez que me hizo temblar de angustia:

Está bien, te espera donde siempre, Ruxandra. Sé que eres más fuerte de lo que crees...demuéstraselo.

Asentí y me separé de Joshua a voladas, salí del castillo ocultándome entre las pocas sombras del mediodía. Mi corazón latía a mil por hora, haciendo ecos en mi respiración entrecortada.

En cuanto llegué a nuestro lugar de siempre, mi ser entero se quebró por completo. Caleb no había tenido tiempo de asearse, tampoco parecía preocupado por eso en lo absoluto, no había vida en sus ojos vacíos, tan diferentes a como habían estado desde siempre...

Su cabello dorado estaba pegado por completo a su rostro sudoroso, sus mejillas, bañadas en sangre y polvo azulado, tenían líneas de lágrimas inexistentes que habían barrido la suciedad. Su rostro carecía de expresión, no había furia, ni seriedad, ni tristeza...simplemente no había nada en cuanto me acerqué a él, incluso estando a un paso de distancia, no parecía capaz de distinguirme. Tuve miedo de tocar su rostro, de hacerlo regresar del abismo en el que se encontraba; temiendo, inevitablemente, que su regreso a la realidad lo destrozara por completo...sin embargo, las palabras de Joshua me dieron valentía. Era fuerte. Ambos lo éramos. Y debíamos demostrarlo.

Acuné su rostro con una mano, se estremeció al contacto repentino pero sus movimientos fueron completamente lentos. Su mano se posó sobre la mía y  sus ojos poco a poco se alzaron al reconocerme.

Ruxa...susurró con firmeza, para mi sorpresa.

Caleb...murmuré forzando una sonrisa y me acerqué a envolver su cuello magullado con mis brazos.

Ruxa...repitió acariciándome la espalda, me sentó frente a él. Lo siento, Ruxa...lo siento tanto...su voz parecía un soplo del viento, quebradiza, como si intentara con todas sus fuerzas permanecer firme. Pero no lo lograba. Yo...no pude evitarlo, no pude hacerlo...no lo sé...lo siento...lo siento, había jurado...yo...ya no puedo más...lo siento...

Acaricié su rostro, su dolor me quemaba. Aquel no era el semblante del Caleb que recordaba,  aquél era un hombre que había presenciado cuanta desgracia pudiese haber en el mundo, cuyo dolor acumulado se había vuelto demasiado peso para sus hombros. No podía imaginar el sufrimiento que Caleb había llevado consigo durante todos aquellos meses de ausencia...no quería ni pensar en las cosas que él y mi padre tuvieron que haber combatido...

Al pensar en mi padre un nudo me revolvió el estómago. No lo había pensado...mi padre no me había dado la bienvenida, Joshua no reaccionaría de esa manera si Caleb estaba entero, estaba bien. Su hermano estaba bien a pesar de todo...entonces ¿Qué? ¿A caso mi padre? No...mi padre...mi padre no...

Mi guardián leyó mis ojos con rapidez. Su seriedad eclipsó su propio dolor, su rostro se tornó sereno, había llegado para él la hora de mantener la compostura. Lo sabía, lo sabía pero no quería escucharlo...Comencé a rezar internamente a los pocos dioses y diosas que conocía. Deseaba que estuviese herido, que pudiese estar con él un poco más antes de su partida, deseaba verlo en el estado más deplorable posible...pero respirando al menos, deseaba estar los últimos segundos de su vida a su lado, rogándole que no se fuera, otorgándole una muerte tormentosa con mi egoísmo...pero no, afortunadamente, aquello no habría de suceder...

Ruxa...lo lamento mucho...pero el Rey Mago ha muerto.     

El impacto me derribó, ya no habría engaño posible hacia mí misma.

¿Qué?

Murmuré debilmente, como si eso sirviera de algo. Como si mi ignorancia aparente fuera capaz de arreglar lo que la guerra imperdonable había deshecho.  Los brazos de Caleb me rodearon y yo me permití desahogarme en llanto, no sé que dije, no sé si me comporté como debería pero sabía que nada podría acabar con mi sufrimiento...Mi padre se había ido, si mi madre volvía todo habría terminado para mis hermanas, su sufrimiento reviviría aquello que habíamos ocultado se revelaría irremediablemente. El reino...el reino terminaría por destruirse, no habría equilibrio...

No, aquello era algo que mi padre no permitiría...él debió haber preparado algo antes de morir, incluso segundos antes de cerrar los ojos para siempre. Encontré mi voz entre los sollozos.

Soy la nueva reina.... ¿cierto? murmuré.

Caleb asintió silencioso. Me alcé para observar su expresión,  ahora si había algo de emoción en sus facciones, la furia fue la primera en asomarse.

Y yo tu caballero. dijo con fiereza.

Ninguno de los dos aspiraba a aquello. Era demasiado para nosotros, pero era, desgraciadamente, nuestra responsabilidad. Dentro de poco, ambos formaríamos parte de una sociedad gigante llena de peleas, innumerables guerras impregnadas de nobles y aristócratas de toda índole. Sin embargo, el reino y mis hermanas tendrían la mejor protección...

...

Cuando fuimos presentados formalmente a la sociedad, Caleb era conocido como "el Caballero de las Mil Estrellas" dada su prestigiosa actuación en la batalla, como líder, como guerrero y como guardaespaldas del Rey hasta el último segundo. Aunque para Caleb, ese mérito representaba un sufrimiento atroz y una desesperación desbordante. A los pocos días de haber recibido la noticia, justo la noche del funeral de mi padre (y  de nuestro  matrimonio), mi pobre caballero despertó de una desgarradora pesadilla que lo desmoronó por completo...



La mañana del funeral fue bastante tranquila, Caleb y yo llevábamos ya dos noches sin dormir debido a los preparativos y las presentaciones. No descansábamos un segundo, pero aquello nos ayudaba a mantener la mente ocupada. Dormimos unas horas en el carruaje camino al cementerio, mis hermanas, afortunadamente, habían decidido irse por su cuenta, ya que su dolor y sus sollozos calaban dentro de mi ser y destrozaban a mi compañero de mil maneras distintas.

La despedida del cuerpo fue breve comparada con la cantidad de cabezas presentes y la cantidad de criaturas que aparecieron. No reconocí cientos de ellas, pero aquello no importaba, muchos sólo estaban allí para conocer a la nueva reina que sería coronada al finalizar la ceremonia.

Lo que no sabían era que ese mismo día también se formalizaría un compromiso de sangre y se daría lugar a una boda.


El discurso preparado para mi padre fue tan breve como el resto del  funeral, pero todo  ccambió en el momento en que me levanté frente a todos, Caleb, como mi sombra, se levantó a mi lado. Su seriedad y silencio irónicamente me  llenaron de confianza a  pesar de estar justo  frente  al mausoleo donde minutos antes habían colocado a mi padre.

La presencia de  mi guerrero me inundó de tal fortaleza que mi voz  no necesitó  de hechizo alguno para magnificarse:

Aunque el reinado  de mi padre ha llegado  a su fin,  eso  no significa que su reinado  deba detenerse. La pena  de su muerte, aunque dura para muchos…en especial  para sus descendientesmiré a mis hermanas y luego al público. No  había más en sus  rostros que asombro y mutismo, atentos a cada palabra que pronunciaba  Ha de ser pospuesta y retomada una vez que la  paz invada nuevamente los territorios de Ankathya. No  obstante, he de conservar el luto  como cada uno de los presentes: A su manera.

Alcé  mi mano, entrelazada firmemente  a la de mi futuro  esposo. Ambos llevábamos el tatuaje del  sol y la luna entrelazados, el símbolo de mi padre. Implantado con fuegoen nuestras muñecas.

Por  tanto, cada  persona y criatura atenderá a sus obligaciones  de inmediato, rompiendo con la ceremonia tradicional. Así lo  asumiré, tanto como  mi Caballero… Caleb y yo intercambiamos una larga mirada en la que tomé una buena cantidad de aire…y esposo, aquí presente. una exclamación general, nació del público. La ignoré él como comandante de las  fuerzas y director  de la protección general del reino, como  su Caballero Oficial, cargo establecido con la última voluntad del  Rey… y como su sucesora, legítima Reina y Bruja Oficial, como el Hada Guardiana de Ankathya…

A pesar de la exclamación que se había generado al anunciar mi matrimonio, esta vez se generó un  silencio sepulcral. Como si cada rostro  presente necesitara  de minutos de sobra para procesar mi declaración.

Conté hasta tres. Pero cuando me disponía a alzar la voz nuevamente una oleada de desagrado azotó a muchos de los presentes, distintas voces se tornaron agresivas, acusaciones comenzaron a hacerse notar desde el fondo. Evité la mirada acusadora de mis hermanas, había asumido  el  liderazgo sin su consentimiento. Comencé a temblar.

Caleb apretó  mi mano. Nuestra conexión me permitió sentir la fuerza que explotaba dentro de su ser, miles de emociones guardadas  comenzaban a revelarse. Apreté su mano en respuesta, cediéndole la  palabra.

¡SILENCIO! la voz de Caleb me hizo estremecer, los presentes se enmudecieron al instante Esta ha sido la última  voluntad  de  nuestro  Rey Caído. Él mismo me convirtió en Caballero segundos  antes de su muerte, entregándome a su hija para ejercer  su cargo. en el cuerpo de mi guerrero aparecieron una serie  de símbolos  que se encendieron con luces doradas,  reflectando en sus ojos…

Esas  marcas eran sin duda,  el juramento innegable del Caballero, símbolos  impuestos por  mi padre. Evité sonreír de pena y tristeza, Caleb odiaba aquellas marcas.

Si están aquí  presentes para honrar su muerte prosiguió  con la misma solemnidad  Entonces han de respetar su voluntad sus ojos viraron a alguien en el público, yo sólo  lo observaba a él No, no tengo el  derecho de ser  rey  legítimo…pero  este honor  me lo ha brindado tu antiguo Rey, además  del deber de proteger  a tu Reina.

El silencio apremió. Aclaré la garganta, sorprendida por la destreza de mi caballero.

En fin…  suspiré al  hablar  A continuación se efectuará nuestra coronación  y el establecimiento de nuestros lazos matrimoniales. hice una pausa La rapidez de nuestras acciones se debe a la gravedad de la situación en el reino…sé que muchos de ustedes están conscientes de ello…

Caleb me arrastró con él y me apoyó contra  su clavícula. No  quería que mirara a mis hermanas, después de todo, su sorpresa y  acusación me hacían temblar de angustia.


Si suponen que las bodas son el día más feliz de cualquier mujer (y sobre  todo una princesa), pediría reconsiderar  sus conjeturas. Ya que, para mí, ese día representaba tanta desdicha que sólo  quería acabar con él lo más pronto  posible.

En  el  momento en que  nos encontramos en  el  altar, Caleb y yo comenzamos a temblar inevitablemente. Nuestros ojos rogaban  con que quien fuese  nos sacase de ese patético teatro…creímos que nuestra desesperación era  muy evidente, pero , según Joshua, ambos actuábamos con escalofriante naturalidad.

El momento de la Coronación fue tan breve como el beso que selló nuestro compromiso. No había magia ni sentimiento en nuestras  acciones, solo angustia, desesperación, falsedad y miedo.

A nuestro alrededor desfilaban máscaras de alegría envidiosa que me hacía sentir náuseas. Todo sucedía con tanta rapidez que  era  difícil asimilarlo.

Una vez solos en el carruaje, fue el momento en  que nos  reconocimos. La ropa complicada de Caleb, repleta de armatostes y cadenas, el  anillo en su dedo  corazón, los vendajes que cubrían su torso  y cuello, todo era nuevo para mí…Cuando no nos habíamos   separado en casi ningún momento…

Lo sorprendí observándome con la misma  sorpresa. Miré mi  cuerpo, estaba enfundada en  un precioso   vestido  blanco  que se  ceñía a mi cuerpo  con naturalidad, en  mi mano perfectamente arreglada  estaba mi  anillo  de bodas. Mis labios comenzaron a temblar.

Cal…

Mi caballero me envolvió en sus brazos con rapidez.

Aun…aun no lo creo… suspiró apretándome hacia  sí.

Fue demasiado  rápido…

No  imaginaba que fuera así…no  quería…no  quería que fuera así.

Yo  tampoco  lo quería así, nadie lo  querría así culminé.


El velo nocturno me permitió ocultarme de mis  hermanas. Caleb y yo nos escabullimos hacia mi habitación...o pues, la antigua habitación de mi padre que ahora cumpliría la función de nuestro lecho nupcial. Con todo lo sucedido, Caleb y yo veíamos nuestra relación tan habitual que ninguno se había percatado de la importancia de los hechos, ahora estábamos casados, éramos una pareja formal al fin. Nuestro amor debía ser consumado en un fruto que, como rey y reina, traería el futuro para la nación entera...pero yo solo quería dormir.

En cuanto a Caleb...no sabía lo que él quería en realidad. No sabía si ese rostro agotado albergaba más dudas de las que imaginaba. Él sólo había hecho su deber, cumplido sus funciones impuestas incluso antes de nacer... No sabía si realmente era eso lo que su corazón le indicaba, o lo que su alma necesitaba, no habíamos intercambiado más que unas cuantas palabras tras su llegada...

Mi guerrero estaba sentado en la cama, vestido con su aparatoso traje formal, con la mirada puesta en la pared. No observaba nada en realidad, sólo se había quedado allí como si su alma se hubiese evaporado por completo. Como lo había visto al llegar a nuestro refugio, parecía que todo  lo sucedido  lo había desprovisto  de fortaleza. 

Ruxa...susurró, su voz me hizo dar un escalofrío. Me acerqué a él despacio y le toqué la mejilla con una mano. Noté las lágrimas acumulándose en sus ojos cuando se volvió a mirarme.Lo...

Shhh...Ahora te toca a ti descansar, has estado muy ajetreado desde que llegaste...

Lo envolví en mis brazos y apoyé su cabeza en mi pecho. Caleb, como un niño pequeño, pasó sus brazos por mi cintura y se acurrucó en mi regazo. Besé su frente despacio, no sabía qué hacer o decir, simplemente lo dejé acurrucarse y descansar. Al cabo de unos segundos, su respiración se volvió profunda y acompasada; con cuidado de no despertarlo, le quité la complicada chaqueta de guerrero, llena de cadenas y aros de metal pesadísimos, y terminé de subirlo a la cama.

Caleb era un hombretón bastante fuerte y pesado, pero con ayuda de hechizos tranquilizantes (Y bastante fuerza de voluntad) logré acomodarlo mucho mejor en el lecho. Sonreí al ver su rostro hundido en  las sábanas,  agradecí que la cama de mi padre fuese tan grande y cómoda para él, pero mi expresión cambió al ver las nuevas cicatrices y vendajes que adornaban su torso, Caleb sanaba rápido, pero aquellas heridas tenían la gravedad suficiente como para tomar su tiempo en cicatrizar.

“Ah...mi pobre guerrero”, pensé antes de deslizarme a su lado. Observé y acaricié su rostro unos instantes antes de que el sueño me venciera por completo. A pesar de la oscuridad que se ceñía sobre el reino, era demasiado temprano para dormir...Aunque  eso a ninguno importó...


Dosis

― ¡AMO KAIN! ¡AMO KAIN!

La voz de Kimihiro le provocó a Kain fuertes punzadas en el cráneo. Intentó pedirle que se callara pero al abrir la boca una gran cantidad de sangre emanó de su garganta. Comenzó a toser de forma inevitable, haciendo que pequeñas gotas de sangre se esparcieran en las paredes del baño.

Demonios...tenía que haber terminado a tiempo... Pensaba Kain cuando se limpiaba los labios con el dorso de la mano. Respiró profundamente antes de volverse hacia su mayordomo, quien lo rodeó con un brazo y lo guió hasta la cama antes de que el chico pudiese pronunciar palabra alguna. Kain suspiró.

―Estoy bien...―murmuró

―No...no lo está― el viejo se sentó en una silla y se puso la cabeza entre las manos arrugadas― No lo está, esto le está haciendo mal...lo está matando...lo estoy matando...

―No.―murmuró Kain con solemnidad, la fuerza de esa única palabra obligó a Kimihiro a alzar el rostro, sorprendido.

El chico, que antes vaciaba su estómago en sangre ahora estaba erguido, sentado con decisión en la cama, con los ojos violeta fijos en los del viejo asiático. No había signos de debilidad visibles en su semblante, además de la acostumbrada delgadez que lo caracterizaba, a pesar de eso, no había ojeras, ni temblores, ni decaimiento.

―El tratamiento puede que tenga efectos extraños―continuó Kain― pero funciona, sin duda.

― ¿Cómo es posible?

―No lo sé...pero no creo que tengamos que estar mucho tiempo aquí en el hospital...sólo necesito otra transfusión y todo estará bien...creo que lo sucedido hoy se debe a que... ―rió  nerviosamente,

― Se escapó otra vez. ―suspiró  el  anciano.

―Tenía que verla, viejo. ―aseguró  Kain. 

―Usted nunca aprende...―sonrió con levedad― ¿Es la misma chica de aquella vez?

―La misma...es que...no lo sé... He hablado con ella pocas veces...solo la he visto dos pero hay algo que...me atrae, como un imán, además...siento que no puedo dejarla sola...que se quebraría sin...

La mirada seria de Kimihiro lo hizo detenerse.

― ¿Acaso siente como si hubiese encontrado a Ruxandra? ―preguntó solemne.

Kain bajó la mirada   y lo pensó unos instantes. Sabía que a Kimihiro era imposible mentirle,  pero lo que dijera a partir de ahora podía presentar la culminación definitiva de las dosis, aquello imposible e impensable había sucedido: la estrecha línea de separación entre el sueño y la realidad se había debilitado con el paso de los días. La percepción de aquellos sueños le había obligado a recordar la razón por la cual no quería salir de ellos, aquella fuerza que lo arrastraba, aquél sentimiento que lo encadenaba...esa persona que completaba cada día de su desdichada vida...

El chico aspiró profundamente y decidió sincerarse finalmente. La verdad podía representar su derrota, pero al menos, con su mejora evidente, Kimihiro podría considerarlo. Kain separó los labios, vacilante...

― ¿Ya van a comenzar?

El joven cerró los ojos, lleno de ira. Como siempre, sus padres entraban sin avisar, sin ofrecer un mejor o, aunque sea, un educado saludo. Claro, desde su perspectiva, se creían los dueños del mundo.

―Estábamos a punto de hacerlo―siseó Kain recostándose de la cama.

El cansancio invadió su cuerpo, a pesar de la recuperación evidente, la presión psicológica comenzaba a pasarle factura. Sobre todo teniendo en cuenta el extraño encuentro con Roxanna y cómo ella se había sumido en llanto instantes después...

Suspiró, no tenía tiempo para preguntarse qué había ocurrido con su nueva y especial amiga.

Sus padres, en silencio, tomaron asiento expectantes, justo como algunas noches atrás. ¿Por qué ahora se mostraban tan atentos? Kain no tenía idea alguna.

El joven respiró profundamente, los moretones de las agujas en su pecho tenían mejor color y ahora no se veían tan preocupantes a pesar de las constantes inyecciones.  Pero la presencia de sus padres en la habitación le hacía olvidar las costumbres y sumirse en un dolor intenso...Kain sabía que los sueños, esta vez, no serían lo único que le atormentaría....

Los recuerdos vinieron a mí como cada ataque recibido en batalla: fugaces, dolorosos y llenos de tormento. Cada par de ojos perdiendo vida a mi alrededor, cada ser al que despojaba de su hálito vital, se hundían dentro de mi memoria y escarbaban en mi  mente, arrancando partes de mi a cada paso, cada vez que alguien moría, era como si las heridas que recibía se agrandaran y abrieran por completo mi piel...

La guerra se desarrollaba nuevamente ante mis ojos, irónicamente cerrados y dominados por el sueño. Todo aquello que me había esforzado en suprimir en mi memoria, ahora se revelaba con una intensidad abrumante.

 Recordé el primer día cuando las propuestas de paz fueron rechazadas, cuando recibí mi primera herida, en la espalda, aquél orco era un cobarde, no dudé en asesinarlo con facilidad. Su sangre, espuma negra que emanaba de su cuerpo agonizante, bañó mi cuerpo con astucia. Mi nuevo olor me había permitido camuflarme entre los suyos, ninguno me atacaba mientras avanzaba cubierto con mi manto de espesa masa negra, una vez que se percataban de mi identidad era demasiado tarde...todos morían en segundos. Al emprender la retirada, dirigí a mis hombres y los instruí en aquella nueva táctica de guerra accidental, habíamos perdido tantas vidas que era imprescindible buscar una estrategia.

Ganamos el segundo día, nos retiramos victoriosos...cuando al siguiente rechazaron la tregua con fiereza, se metieron en el campamento, jamás tocaron al rey, no mientras estuve como guardia...como odio haberme comportado como un "soldado ejemplar"

Los días pasaban, la guerra constante jamás llegaba a su fin, los hechizos del Rey acababan con más de la mitad de los enemigos en batalla, pero estos seguían apareciendo, necios a todo, no parecían tener un objetivo claro. Sólo observaba en sus ojos el placer de asesinar...

Nuestros soldados debieron ser reemplazados a las semanas. Reclutábamos niños ahora. La mirada de cada uno me suplicaba consuelo y esperanza que yo jamás podría darles...la desesperación apareció entonces en mi mente, el Rey amable me concedió el favor de cegarme, debíamos luchar...Ruxa peligraba...

La batalla comenzaba a volverse cada vez más ardua, nuestros arqueros no duraban mucho durante la batalla, la lluvia de flechas era demasiado constante, nuestros centauros deseaban finalizar la lucha con rapidez, el hecho de observar a sus primos; los minotauros, morir les causaba una desesperación tan grande que orillaba a muchos al cruel suicidio. Sus gritos de agonía y tristeza se escuchaban cada noche, llorando inevitablemente a sus caídos.

La infantería, tanto la nuestra como la de ellos disminuía significativamente. Sin importar lo que hiciera, las estrategias que ideaba acababan por ser inútiles una vez que nos adentrábamos en la batalla; hechizos, golpes, mordidas y espadas inundaban el ambiente, todos obligaban seguir las reglas cuando el deseo imperdonable de vivir se apoderaba de sus cuerpos. Aquello era un completo desastre.

El rey suplicaba la paz cada noche y cada mañana el nuevo mensajero amanecía clavado en medio del campo, atravesado  por una de nuestras banderas.

Cuando comenzamos a aceptar el hecho de que todos moriríamos allí, el Rey nos elevó y nos guió por un nuevo camino....el mismo día de su muerte.

Una risa agonizante surgió desde lo más profundo de mi cabeza...aquella risa era horrorosa, aquella risa era de muerte, desconocida y envenenante.
≈≈≈≈≈R≈≈≈≈≈≈

Los gritos de Caleb me despertaron al instante, espasmos de dolor sacudían su cuerpo en tanto los rugidos escapaban de su garganta, una a una, las  heridas se habrían con cada movimiento y las vendas, en poco tiempo, se bañaron en sangre.

¡CALEB!

Grité con él inevitablemente. Sostuve su cabeza entre mis manos y no dejé de llamarlo hasta que sus ojos se abrieron y me miraron sorprendidos...Allí se desmoronó por completo, su rostro se enterró en mi pecho y sus fuertes brazos se aferraron a mi cintura, mi gran Caballero no paraba de temblar y de susurrar disculpas a diestra y siniestra, sus labios murmuraban nombres y lugares, promesas sin cumplir,  arrepentimientos. Todo lo vivido aquellos meses escapaba de su ser, y dejaba solo el rastro desesperado de un hombre que ya había vivido demasiado.

Con lentitud, todas aquellas tristes palabras se transformaron en furia. Miles de maldiciones aparecieron en sus labios, y conforme la rabia crecía sus brazos se soltaban, se alejaba de mí.

 Se sentó en la cama y observó a la nada con seriedad. Las lágrimas habían desaparecido, y de la tristeza y miedo anterior ahora quedaba un temblor leve en sus manos.

Fue ella... rugió Ahora lo entiendo.

≈≈≈≈≈C≈≈≈≈≈≈

Aquella risa y aquella visión, cómo su melena roja se había retirado de la escena. Sabía que había sido ella, ella y su envidia habían organizado todo. Con el Rey muerto, Ruxa no podría defenderse, sus hijas estarían expuestas y ella tendría el campo libre. Su plan era matarme, acabar conmigo y con el Rey, dejar a Ruxa sola e indefensa...o no...Acabar con el Rey para que Ruxa no tuviese defensas, asesinarla y así reclamarme...

Cualquiera que fuese su idea, aquello jamás resultaría. El Rey me había condecorado como guardián.

Maldito sonreí Ese había sido tu plan todo el tiempo...

¿Caleb? La voz de Ruxa estaba sumida en preocupación y miedo...ella había intentado tranquilizarme y, con dificultad, lo había logrado. Sus brazos eran un refugio para mis penas, un refugio para mi mismo...un consuelo inmediato en la agonía.

Mi Ruxandra... suspiré  Siento mu...

Puso sus dedos sobre mis labios.

Han sido demasiadas disculpas para una noche, Mi Caballero sonrió Cuéntame... se detuvo, ella sabía, sabía que yo había descubierto algo.

 Pero aquella noche…aquella noche había sido demasiado para mi, esos días habían sido una desesperación  tras otra para ella…no quería agregarle otro sufrimiento mas…no… aquélla era nuestra noche de bodas, después de todo.

Mañana, Ruxa…por  favor... susurré acercándome a ella. Mi Ruxa se  tornó dudosa, ella quería acabar con todo, ella quería ponerle  fin aeso pero yo, yo quería consolarla, traerle la paz que tanto merecía Mañana…

≈≈≈≈≈R≈≈≈≈≈≈

Mi Guerrero repetía la misma palabra más que como una súplica, una especie de seducción. Se acercó  hacia  mis labios  con lentitud, y los rosó con los  suyos levemente  “Mañana” repitió…y  todo mi cuerpo vibró, ansioso. Su mano  se  apoyó  contra mi mejilla y dejé mi cabeza caer hacia ella, cerré los ojos  mientras con sus labios exploraba mi mandíbula y mi cuello. “Mañana…” murmuraba cada vez, mi respiración se aceleró en  cuanto sus labios se apoyaron en mi  oreja y mordió  el lóbulo con suavidad.

Mañana  jadeé al fin en respuesta.

Una de mis manos se deslizó hasta su rostro  y dejé que  la besara hasta que  prosiguió con mi rostro, cada  vez que sus labios se apoyaban en mi piel, el resto de mi cuerpo se estremecía y se inquietaba, poco a poco, la ropa fue abandonando  nuestros cuerpos, sus labios ahora exploraban zonas inimaginables y mis manos exploraban su piel con astucia, cuando nuestros labios se encontraban, nuestros cuerpos eclosionaban al mismo tiempo, el estremecimiento nos sacudía a ambos. Hasta que por  fin, el recodo de la excitación sobrepasó  los límites de nuestros abrazos vírgenes, y nos hundimos en el placer extremo de los recién casados…

Los ojos de Roxanna y Kain se abrieron al mismo tiempo.

Tanto la doctora como  el  asiático habían detenido los sueños rápidamente. La extrañeza de los  adolescentes se  hizo visible en tanto se levantaron de sus respectivos lechos. Cada uno sentía como  si una parte de su ser estuviese ligado a otro, como extrapolada hacia una extraña lejanía y unida a ella de forma infinita.

Los  puños de ambos se habían aferrado a las sábanas, su respiración continuaba acelerada, al igual que los latidos de su corazón.

Leika y Kimihiro hablaron a la misma vez. 

―Creo que…no era muy necesario  el escuchar lo  que sucedería luego.

Ambos adolescentes  sonrieron, completamente mudos. En sus mentes aun conservaban la escena presente en sus sueños, en los  últimos segundos, habían sentido a Ruxa y a Caleb desaparecer…para ser ellos los protagonistas de esa historia

Una pregunta vino a sus mentes al mismo  tiempo, al  tiempo que  se ensimismaban observando el cielo noctunro a través de sus ventanas: ¿Qué era aquello que tanto los unía a esa persona encontrada   por  casualidad?








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